La bondad
Por: Braulio Arenas
El mendigo ciego:
—¡Una limosnita, por amor de Dios!
Pero no es ciego porque ahora ha abierto un ojo.
La señora —enfurecida porque el ciego ve— no le da limosna.
—Pero, señora, cálmese usted— responde el limosnero— ¿no es mucho mejor que haya pretendido engañarla que ser ciego verdaderamente?
—¡Una limosnita, por amor de Dios!
Pero no es ciego porque ahora ha abierto un ojo.
La señora —enfurecida porque el ciego ve— no le da limosna.
—Pero, señora, cálmese usted— responde el limosnero— ¿no es mucho mejor que haya pretendido engañarla que ser ciego verdaderamente?
0 Comments:
Post a Comment
<< Home